Cookies
El término cookie (del inglés galletita de chocolate) en informática hace referencia a la información que las páginas web dejan en los ordenadores a través del navegador.
Estos fragmentos de información ayudan al sitio web a identificarnos y trazar la visita que hacemos. Le ayuda a aprender sobre nuestros gustos y costumbres.
Actualmente tienen mala fama porque se asocian a espionaje y control, sin embargo estas cookies son herramientas necesarias para facilitar la usabilidad. Si bien es cierto que pueden ser usadas de maneras muy perversas.
¿Por qué se usan las cookies?
Para responder a la pregunta de por qué usar cookies y no otra cosa debemos conocer un poco más cómo se transmite la información de las páginas web y algo de su historia.
Internet es una maraña inmensa de ordenadores conectados. Unas veces ofrecen información y se les llama servidores, y otras demandan información y se les llama clientes.
Entiéndase por ordenador un término muy generalista; portátiles, sobremesa, teléfonos, cámaras, TV, termómetros, tablets,…, y un indeterminado número de aparatos.
Para permitir que toda esta marabunta se entienda y pueda comunicarse se establecieron normas muy estrictas; estar normas se denominan “protocolos”.
Uno de estos protocolos es el “HTTP” (HiperText Transfer Protocol) o en su versión segura “HTTPS”.
Este protocolo establece cómo un navegador debe solicitar páginas a un servidor web. Estas páginas están codificadas en un lenguaje que se denomina HiperTexto, conocido por sus siglas “HTML” (HiperText Markup Language). Y cuando el navegador recibe la página que pidió la comunicación entre el servidor y él se corta. Es como si estuviésemos hablando por teléfono y en cada respuesta de nuestro interlocutor, se colgase la llamada.
Esto significa que cuando estamos comprando por Internet, y nos hemos registrado en una tienda online, cada vez que hacemos click con el ratón en un enlace y la página cambia debemos volver a identificarnos. Y así sucede.
Pero sin que nosotros tengamos que teclearlo una y otra vez.
Cuando introducimos nuestro identificador y nuestra contraseña correcta el servidor del sitio web genera una frase aleatoria, y difícil de repetir; la información de la cookie.
Este servidor se la guarda en su memoria, asociada a nuestros datos. Y además nos la graba en un fichero en nuestro ordenador. Este fichero es la cookie y la información que contiene es la frase compleja que el servidor también tiene en su base de datos.
Cuando cambiamos de página dentro del mismo sitio, nuestro navegador le envía los datos de la cookie para que relacione la frase que contiene con la información que el servidor, así sabe quienes somos de nuevo. Es como las pulseras que usan algunos locales de ocio para saber qué tipo de servicios tenemos contratados.
Si no existiesen las cookies, cada vez que cambiase la página deberíamos confirmar nuestra identidad.
¿Una cookie es para siempre?
Aunque se guarda la información en nuestro ordenador, la cookie tiene una vigencia en el tiempo establecida por el servidor que nos la dió.
Unas sólo sirven mientras no abandonemos el sitio, otras pueden usarse varios días y otras mucho más tiempo.
Esto permite que hoy accedamos a nuestro correo y, a pesar de apagar el ordenador, ya no nos vuelva a pedir la contraseña y sepa quiénes somos en días sucesivos.
¿Y cómo es posible que si el servidor me da información a mí, sea él quien tenga datos sobre mí?
Una cookie solo puede ser consultada por el servidor que la dejó en nuestro navegador.
Ese servidor guarda en sus bases de datos las veces que nos hemos conectado, los productos que nos interesan, si hemos filtrado por precio, por color, por tamaño, por cercanía. Al cabo de muchas visitas sabe estadísticamente nuestros gustos, nuestras tallas y pesos, nuestro límite económico y otras muchas cosas que nos pondrían los pelos de punta.
La relación la establece entre la información que el servidor tiene en su base de datos y la cookie que nosotros tenemos.
¿Es casualidad que al buscar una vez algo de ropa, de repente, todos los anuncios que veo en internet sean de ropa?
Ni mucho menos.
Una página web, puede albergar otras en su interior. Es lo que se llaman “frames”. Esto se ve muy claro en blogs en los que aparece publicidad generalista. Luego esta publicidad genérica se irá haciendo cada vez más personalizada, gracias a la información que acumula es sitio web.
Esta publicidad no la gestiona el propietario del blog. Presta un espacio a una empresa que pone allí su anuncio.
Cuando entramos en este blog, recibimos cookies de dos sitios distintos. Uno del blog visitado, probablemente muy insustancial; y otra del servidor de la empresa de publicidad, a la que se le sacará mucho provecho.
Supongamos que tras haber visitado este blog (www.blog.com), vamos a nuestra carnicería favorita en internet (www.carne.com). Esta carnicería también tiene publicidad gestionada por la misma empresa de publicidad que la del blog (www.muchapublicidad.com). La carnicería sabe, por sus cookies, qué tipo de carne nos gusta y qué precios buscamos. www.muchapublicidad.com solo sabe que por la mañana solemos visitar la página de la carnicería y que pasamos en ella bastante tiempo. Supone que comprando.
Por la tarde compramos el pescado en www.pescado.com, y de nuevo la empresa que tiene publicidad en ella, en un frame, es www.muchapublicidad.com.
Tanto www.carne.com como www.pescado.com tienen poca información pero muy precisa sobre nuestros gustos en cada uno de sus ámbitos. Pero www.muchapublicidad.com tiene más información que ambos, aunque más imprecisa. Porque www.muchapublicidad.com puede leer las cookies que dejó cuando visitamos www.carne.com y www.pescado.com.
Cuantas más páginas visitamos www.muchapublicidad.com recolecta más datos imprecisos sobre nosotros. Juntando de uno y otro lado esta información imprecisa estadísticamente se hace más comprensible y valiosa. Por el tipo de tiendas que visitamos intuye nuestro nivel económico; sabe si pretendemos ir de viaje. Si hay información contradictoria, tal vez hay dos usuarios o más en la misma vivienda.
Cuando volvemos a www.blog.com, la publicidad que nos ofrece es sospechosamente muy acertada con nuestras necesidades.
¿Asusta?, ¿a que sí?
Conclusión
La cookie nos hace la navegación más cómoda al no tener que identificarnos constantemente, pero también es usada por otros para husmear en nuestros desperdicios y conocer lo más profundo de nuestro ser.
En el próximo artículo explicaré sencillas técnicas y herramientas para tener controladas las cookies.
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