Fracasar: bizcocho de fresa, en 5 pasos
La receta
(Todas las medidas son en cucharas soperas, para dos personas)
1 huevo
1 cucharada de azúcar
1 cucharada de aceite
2 cucharadas colmadas de harina
6 fresones
4 cucharadas de leche
1 cucharada rasa de levadura en polvo
Mucho amor 🙂
El proceso
1 – Triturar todos los ingredientes con una batidora, salvo la levadura.
2 – Agregar la levadura y mezclar con una cuchara o lengua de gato.
3 – Dejar reposar durante 5 minutos.
4 – Poner en uno o dos recipientes.
5 – Microondas, a máxima potencia durante 7 minutos.
La historia
Conseguí la textura que tras las dos primeras pruebas consideré razonable. Sin embargo el bizcocho no consiguió la esponjosidad que deseaba. Tal vez fuese muy exigente.
Lo que sí conseguí fue el sabor. El bizcocho tenía un intenso sabor a fresa y conseguía extender su aroma por todos los rincones de la cocina.
Culpé a la falta de harina, creo que fue escasa. ¿Pero la densidad del caldo era similar a la de los otros dos?
Recordé algo de “harina fuerza”, una harina especial para repostería. Yo no tenía. Hice un par de bizcochos similares más, sin éxito.
El motivo
Después de los dos éxitos anteriores, tenía que encontrar las claves que hacen que un bizcocho sea delicioso; y la forma de aplicarlo a cualquier tipo de bizcocho.
Encontrar la textura o la proporción de harina y zumo de la fruta me parecía fundamental. Creo que no será lo mismo hace un bizcocho de naranja que uno de plátano. Y luego es necesario que el sabor de algunas frutas sea intensificado. Estimo, por ejemplo, que un bizcocho con según qué tipo de manzana puede llegar a ser insípido.
En esta búsqueda de la “piedra bizcochal” me embarqué a crear este bizcocho de fresa.
El resultado
No el esperado, como he comentado anteriormente.
Sin embargo el fracaso me puso los pies en la tierra. Si quería aprender no solo tenía que basarme en la experiencia, sobre todo si pretendía que el aprendizaje fuese rápido y barato.
A veces, es bueno mirar lo que otros han hecho, bien o mal, y aprender de ellos.
Mi bizcocho fracasó, pero yo no. Tenía que buscar otra forma de conocimiento.
El fracaso llegó en un buen momento. Antes me hubiese frustrado y habría abandonado el proyecto.
Más tarde, con más éxitos a mis espaldas, la soberbia me hubiera impedido analizar fríamente mi actitud y darme cuenta de que me faltan conocimientos.
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