Excel me hizo pobre: análisis social
Los artículos también muestran alguno de los vicios sociales.
Se tiene fe ciega en ciertos sujetos a los que se ha encumbrado. Algo cuestionable cuando parece que todo el mundo muestra una debilidad por “las pruebas científicas”. Y “pruebas científicas de fe” es una falacia por definición.
- Se considera que alguien que tiene prestigio no se puede equivocar. Esto es darle la vuelta a las funciones lógicas. Que hasta ahora los estudios de un sujeto sean brillantes, aseguran una alta probabilidad de que sigan siendo correctos. Pero solo es probabilidad, no certeza. Y por otro lado, ¿cómo se ha medido la brillantez de los estudios anteriores? “Subjetivamente” no pertenece al sistema métrico decimal, ni a ninguno otro sistema de medida que se precie.
- Que el estudio sea brillante y el autor de prestigio no amplia la confianza a los que lo llevarán a la práctica; a todos aquellos ministros y expertos que lo han puesto en práctica en países con problemas económicos. Parafraseando alguna garantías de productos: “Si usted manipula indebidamente el artículo, dejamos de ser responsables del funcionamiento” Si esto se avisa cuando compramos un televisor, porque no con un estudio económico de consecuencias mundiales. ¿Dejaría usted un afilado cuchillo a un niño?
- También está el pecado de justificar las intenciones en cualquier estudio que se encuentre. Y este sí parece ser el que explica la motivación principal. Si el propósito era fijar unas medidas porque interesaban a unos pocos, buscar entre todos los artículos económicos algo en que sustentarlas es una vía plausible.
Galton fue un eminente pensador del siglo XIX, entre sus logros: la psicología diferencial en psicología, la pangénesis en biología, la línea de regresión en estadística, y la antropometría, fundamento de la huella dactilar, entre otros. Y la Eugenesia, la selección artificial de seres humanos para mejorar la raza. Galton formuló la teoría, y unos patanes Nazis la pusieron en práctica. ¿Fue Galton responsable de que tras su muerte unos descerebrados mutilasen su trabajo interesadamente para justificar su mísera catadura moral?
Hay otros estudios que hablan de repartir la riqueza o de incentivar el consumo y todavía no hay ninguna hoja de cálculo haya puesto en entredicho estas conclusiones. ¿Por qué a estos resultados no se les ha dado el mismo valor? Tal vez, en mi opinión, porque el que repartía la riqueza no conseguiría tan enormes beneficios.
Echar la culpa a Excel es un buen titular periodístico. Posiblemente si no fuese así habría pasado desapercibido para mí, en este contexto.
Hay quienes ven tras estas maniobras las acciones de los “Chicago Boys”, un grupo de economistas neoliberales que siguen las premisas planteadas por Milton Friedman y Arnold Harberger. Y que han estado asesorando a dictadores en países en los que su método se imponía por la fueza. Cuando esos laboratorios se han acabado han tenido que idear nuevas fórmulas para implantar su ideología.
Unos sujetos llevan a cabo unas medidas que empobrecen la sociedad tirando por tierra el estado mínimo de bienestar. Se apoyan en unos estudios que ahora se cuestionan. No eran malas personas, no actuaron buscando unos beneficios propios e incalculables. No fue nada de eso, todo fue un error.
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