El poder de la palabra
¿Recuerda la escena de Pulp Fiction en la que Butch Coolidge (Bruce Willis) salva a Marsellus Wallace (Ving Rhames)? Bruce busca un arma, y cada vez que tiene una en las manos encuentra otra que le parece más adecuada. Primero un martillo, luego un bate, una motosierra y por último una catana.
Si ahora le pido que piense en algo poderoso. ¿En qué ha pensado?
Por alguna razón, que algún sociólogo tal vez pueda explicar, cuando pensamos en algo poderoso pensamos en algo capaz de destruir. No se avergüence, sigamos.
Su mente escogerá un arma que considere mejor que las que usó Bruce, tal vez una pistola. Ahora le voy a pedir que mejore su opción, una vez, otra más, otra más. Y así hasta que haya encontrado la más poderosa.
Pero yo voy a nombrarle un arma más poderosa que cualquiera de las que usted haya pensado.
Es “La palabra”.
“La palabra” permitió transmitir conocimiento en los albores del ser humano. Cada individuo, mortal y vulnerable, era capaz de transmitir su conocimiento del medio a su descendencia. El nuevo individuo compartía parte de la sabiduría del anterior y aportaba a la siguiente generación la suya propia. Aunque como individuos somos mortales, nuestra especie fue capaz de dominar el entorno con más rapidez que cualquier otro ser. “La palabra” nos hizo fuertes.
Resulta, tan solo curioso, que el principio del evangelio de San Juan comience con “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”. La palabra como germen de todo lo que existe.
Si ahora comparamos “La Palabra”, o más extensamente la capacidad de comunicarnos ideas complejas, con cualquier otra arma veremos el inmenso poder que tiene la comunicación.
Una palabra puede decidir la vida de una persona, en el caso de un juicio. Un discurso puede llevar a miles de personas a un holocausto y un montón más a una guerra.
Una arenga pueden infundir valor y hacer que un alguien como usted y como yo a maten a otros semejantes a los que sin conocerlos nos dicen que llamamos enemigos.
Otros discursos pueden mover las voluntades de pueblo o una raza.
Algunos sermones llevan a sujetos a entregar su voluntad a un orador autoproclamado líder salvador, como ocurre en sectas y grupos fanáticos.
Y por fin, otros razonamientos son capaces coger a unas personas de entre toda la humanidad y convencerlas para idear, diseñar, construir y lazar dos bombas atómicas.
¿La bomba atómica era el arma en la que pensó, verdad?
La palabra inició el desarrollo de la bomba y decidió su uso. La palabra fue más fuerte.
Hoy al igual que siempre, la información que recibimos condiciona nuestras decisiones. Es el poder de la palabra. Y eso que nos hizo muy fuertes como especie, como individuos puede hacernos también poderosos o vulnerables.
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